Estrenamos sección: Payomezclas – Las cassettes de tu vida

(Realmente podéis encontrar más información en el blog piesarayas.com, en las entradas tituladas «¡No a las sandalias!» ¿Que por qué? Aquí tenéis más información).

Bueno, he de decir que esto es algo que tenía que ocurrir más tarde o más temprano. Hace ya (bastante) tiempo hice mención a uno de mis grupos de amigos (reales, aquellos a los que conoces en persona), en la entrada A mis payos de (casi) 30 años. Todos tenemos en común un lugar en el mundo, el pueblo-aldea de la que son naturales una parte de nuestros respectivos árboles genealógicos (algunos incluso compartimos lazos familiares). Gracias a ello, se forjó una amistad a lo largo de muchos veranos que, afortunadamente, perdura hoy día.

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Turienzo Castañero, Turienzo City: «la ciudad sin ley» (que nadie se me enfade, es una broma particular).

Uno de los elementos que ha facilitado mantener ese contacto nació como idea en el verano de 1994 (sí amigos, el abuelo ya peina canas). Para mantener un vivo recuerdo de la gente que nos juntábamos allí, en la comarca del Bierzo, se me ocurrió una idea muy común en los adolescentes de la época: grabar una cinta con canciones que representaran a cada uno de los que formábamos parte de aquel grupo de chavales. Para los más imberbes, esto es una cinta de cassette:

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(En concreto pongo esta imagen porque era la marca habitual en las que grababa mis recopilaciones)

Mi amigo Dani me sugirió que creáramos una cinta cada uno, con nuestras canciones favoritas, con el fin de intercambiárnoslas el verano siguiente. De modo que en eso quedamos. En aquel momento establecimos el formato: cassette de 90 minutos de duración. Para lo demás había total libertad.

Y llegó el agosto de 1995, mes de apogeo en el pueblo y de fiestas populares. Y tal y como habíamos quedado, Dani y yo nos intercambiamos las respectivas mezclas de canciones. Tengo un especial recuerdo de aquel año, y en gran medida se lo debo a aquella cinta. Al igual que un aroma puede ser muy evocador, el sonido de un cassette con sus particulares ruidos (el fritaje de un disco de vinilo o las ondas sonoras que se escuchaban cuando grababas una canción de la radio) te puede hacer viajar en el tiempo sin necesidad de un De Lorean.

La experiencia fue tan satisfactoria, que decidimos repetir el año siguiente. Siempre se ha dicho que segundas partes nunca fueron buenas, pero lo que pudiera parecer una secuela se terminó convirtiendo con el tiempo en una tradición anual, como comerse las doce uvas en año nuevo.

A lo largo de todos estos años han quedado reflejadas, en forma de canciones, un montón de experiencias e influencias, que aún me acompañan. Uno puede comprobar cómo ha evolucionado como persona a través de lo que, para uno, son las mejores canciones que cree poder compartir con los demás en un momento concreto, y reconocer a los que le han ofrecido un vivero de canciones: desde Julio Manuel Domingo, el gran Mariano García (tristemente desaparecido) y su vital «Disco-Cross», el bueno de Rafael Abitbol (cuando llegaba después de los maestros Gomaespuma), pasando incluso por los programas deportivos de Jesús Gallego (con una buena selección musical para las «caretas») o en los últimos tiempos al grandérrimo equipo de «Hoy empieza todo» en Radio 3, capitaneado por el genial Ángel Carmona («¡Ruocanrooool!»). A todos ellos les debo el que hayan colaborado (o sigan haciéndolo) en la composición de la banda sonora de todos los días de una vida.

Como los tiempos avanzan, las cintas dejaron paso a nuevos formatos, pero la esencia se mantiene, y gusta reconocer en esos 80 ó 90 minutos el espíritu de la persona con quien compartes estas cosas desde hace tantos años.

A lo largo de los próximos post trataré de ilustrar lo mejor posible la selección de canciones elegida para cada año junto con detalles que reflejen el por qué elegí una canción y no otra. Espero que los disfrutéis tanto como nosotros creando nuestras mixes.

NOTA: ¿Por qué «Payomezclas«? Bueno, ahí gran culpa la tiene el «dúo Corchopán», como les gusta auto denominarse a Juan Luis Cano y Guillermo Fésser, a la sazón Gomaespuma. A finales de los ’90 la palabra payo la usaban habitualmente para referirse al común de los mortales, incluidos ellos mismos, en sus programas. Siendo como éramos seguidores de su programa de radio en M-80, acabamos acuñando el término al grupo de amigos, de ahí que finalmente cualquier evento que tuviera que ver con nosotros acababa portando la palabra como prefijo. Un apelativo cariñoso, una broma más de nuestro grupo de amigos (son aquellas pequeñas cosas / que nos dejó un tiempo de rosas / en un rincón, en un papel o en un cajón, que diría Serrat).

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